10 de mayo, 1933. Extraordinaria.
Acuden 20.
Faltan: Cruz, que ha fallecido. RS. Vico, RS. Fernández Hernández, RS. Martínez Villar, pidió permiso. C. Pérez Olivares, RS.
El Secretario dice que los ausentes
expresan que han de ser tratados.
Baltasar dimite: se ha
quebrantado su salud y siente cansancio por las muchas dificultades que se ha
tropezado en los dos años que lleva ocupando la alcaldía. Siempre puso su
voluntad al servicio del pueblo y desea que venga otra persona a sustituirlo
que traiga nuevas iniciativas al Ayuntamiento. Agradece a todos los concejales
su colaboración.
Nicolás Vázquez dice que la actitud
del alcalde se debe más que a nada a la delicadeza relacionada con su
separación de la Agrupación Socialista Local. Que ha contado siempre con el
apoyo de todas las minorías, en su gestión administrativa, luchando con las
circunstancias adversas por las que atraviesan, ha sido bastante acertada y
como autoridad ha logrado que no se perturben el orden y la tranquilidad
pública, no habiéndose tenido que lamentar en Úbeda esas conmociones sociales
que afectan a la mayoría de pueblos de la provincia. Si el alcalde insiste en
dimitir, volverán a votarle, y que su colaboración es leal y desinteresada por
lo que no puede decirse que algún día se le pase factura al cobro. Vázquez
acaba rogando que todos los concejales depositen su confianza en Baltasar para
que continúe su gestión al frente del ayuntamiento.
Cuadra Catena elogia a Baltasar y
afirma que el concejo debe votar al alcalde que considere mejor con toda
libertad.
Blas Duarte dice que habla por la
minoría Socialista que representa y que acepta la dimisión y cree que también
debe hacer renuncia al acta de concejal[1] pues ya no pertenece al partido que lo eligió[2].
Cuadra y Vázquez dicen que no sólo
no puede renunciar al acta sino que debe continuar en la presidencia si cuenta
con una mayoría de votos.
Baltasar agradece a Cuadra y a
Vázquez sus palabras y decide que se somete a lo que el pleno prefiera, porque
no tolera imposiciones. Estima que el asunto está suficientemente discutido y
que, como mantiene su dimisión, se debe proceder a la votación.
Se suspende la sesión por diez
minutos para que los concejales deliberen. Al reanudarla ocupa la presidencia
Molina Cabrera. Se marchan del salón los concejales: Sarmiento, Juan, Quesada, Pozas y
Duarte.
Se acepta la dimisión de Baltasar y
se verifica la votación secreta.
Obtiene los 14 votos de los 14
concejales presentes.
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[1] No se podía renunciar al acta de concejal ni era
lícito admitirla. Era obligatorio. Imagen 111-118. Se elegían por orden de
votos en las elecciones, tanto el alcalde como los tenientes. Ratificado por el
pleno. Y se jerarquizaban los demás concejales también.
[2] Ley electoral de 1870, con arreglos de 1876, publicado
a 20 de agosto de 1977.
http://bvpb.mcu.es/es/consulta/resultados_navegacion.cmd?busq_autoridadesbib=BVPB20110269241, Imagen 28, Título II. Se elegía a los concejales
nominalmente. Cada elector podía nombrar un concejal menos de los que su
Colegio electoral tuviese como límite máximo, dependiendo de número de
habitantes. No se presentaban por partidos.
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