Agradecimientos

Reconozco la labor de los miles de insignes historiadores que me preceden y que, seguramente, me sucederán. Por ventura para ellos, no soy historiadora, soy solo un familiar que nunca comprendió qué había detrás de la muerte de su tío abuelo.
Por desgracia, yo no conocí a mi abuelo, ni mi familia paterna ha hablado de este tema abiertamente, al menos conmigo; el miedo se apoderó de ellos, creo yo, al principio, por la posibilidad de seguir los pasos de Baltasar a manos de unos mal llamados políticos de sus propios ideales hasta 1939; después, por representar un riesgo grave haber sido familiares de un Alcalde socialista. Ahora, porque las memorias flaquean con la edad.
Hoy observo a mi pueblo de nacimiento que no olvida al primo de mi tío abuelo, Baltasar Berlanga, anarquista y preso tras la Guerra Civil, hombre que leyó aquellos libros que Baltasar le prestó; también leo que a uno de los que se libró de la muerte, de casualidad, lo hicieron Hijo Predilecto de Úbeda, Pedro Iglesias; miro mi pueblo, miro el Mercado, las aceras, los alcantarillados, la pavimentación, los arreglos de los edificios monumentales, las Escuelas de La Trinidad, y leo, leo, leo... Y no paro de pensar que nadie se acordó de mi tío abuelo, ni durante la Dictadura ni durante esta Democracia.
Un muerto olvidado. Un muerto olvidado, como tantos, pero un muerto que entregó su vida a manos de sus "hermanos" de ideas por querer ser diferente: más tranquilo, más pausado, menos beligerante, menos pasional. Un muerto alcanzable por los "sables de la ira", pero que compartía con Manuel Azaña algunas de las ideas, pero, sobre todo, las formas. Sin embargo, nadie de los suyos osó matar a Azaña en 1936.
Me asombra que nadie haya sacado a la luz esta pequeña historia. Las Historias de la Vida Cotidiana construyen la Historia en general.
Quizás se cumpla lo que dijo Manuel Azaña: 


“Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar”. O quizás sea que “en España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”.

Agradezco a mis compañeros de Facebook "Los Olvidados", por su ayuda inestimable, al orientarme en cómo moverme por los archivos históricos: Gracias Antonio.
Agradezco al Sr. Sánchez Tostado sus orientaciones para la investigación, aunque no estemos de acuerdo en las bases de la teoría.
Agradezco al nieto de Lorenzo Juan las primeras ideas sobre qué pasó y la razón por la que mataron a mi tío abuelo, aunque no estemos de acuerdo con los hechos, las justificaciones que dieron entonces para cometer el asesinato fueron las que él me contó.


"Y al enemigo le digo: estás ya de hecho vencido. Mide tu responsabilidad, mide tus equivocaciones. Mírate por dentro, contémplate, y a ver si encuentras en tu panorama interior paisaje alguno que te invite a la continuación de esta lucha, porque rendición, no la esperes. ¡Rendición no la esperes! ¡¡Rendición no la esperes!! Encontrarás cadáveres; pero no hallarás prisioneros". Indalecio Prieto. Discurso radiado el 24 de julio de 1936.

Agradezco los servicios del Ministerio de Cultura, PARES, por tener digitalizado todo lo que es útil de aquella época.
Agradezco, finalmente, y sobre todo, a los Archiveros de Úbeda, por su labor de digitalizar las Actas Municipales y sus fundamentales ideas de lo que ocurrió.
Gracias de corazón.

"Acaso en España no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologías para descubrir las coincidencias, que quizás fueran fundamentales, y medir las divergencias, probablemente secundarias, a fin de apreciar si éstas valían la pena de ventilar en el campo de batalla. La confrontación de ideologías, que no se hizo entonces, debe hacerse ahora. Porque es necesario un esfuerzo generoso en busca de puntos de concordia que hagan posible la convivencia, tratándonos como hermanos y no peleando como hienas". Indalecio Prieto. «Convulsiones en España», México, 1967. Citado en el diario ABC. Otras fuentes lo atribuyen a Discursos en América (1944).


Abuelo Manuel y tío abuelo Baltasar, no os conozco, pero hubiera deseado sentarme con vosotros a compartir siquiera cinco minutos de conversación política. Y quizás algún gesto de cariño. Y en esto, va por mi padre. Te quiero, papá.
Va por vosotros todo mi trabajo y esfuerzo.

Salud y República.


                        (Tarareo los sones de La Marsellesa en recuerdo de los dos).

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