"Ninguna política se puede fundar en la decisión de exterminar al adversario”. Mucho menos de eliminar al compañero basándose en sospechas infundadas y en la envidia. "No sólo -y ya es mucho- porque moralmente es una abominación, sino porque, además, es materialmente irrealizable". M. Azaña, 18 de julio de 1937.
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