TESTIMONIO DE PEDRO
IGLESIAS MARTÍNEZ, hermano de Ramón Iglesias Martínez.
Estudiante y de Falange con 23 años. Detenido el 20 de julio
en su domicilio por 40 ó 50 milicianos. Habla de que murieron todos menos él,
Herrador y Francisco Barriovero (Barbero) Madrid.
Acusa a Pablo Aragón Leiva y a otros que precisará en la
Declaración siguiente.
Declaración completa.
Imagen 150.
Hay un IMPORTANTE en grande a lápiz rojo al principio de la
página.
16 de diciembre de 1941.
Natural de Úbeda, 30 años de edad, casado y con domicilio en
calle Queipo de Llano, 23.
El 18 de julio estaba en Úbeda, viviendo con su madre, Ramona
Martínez Herrrera, y su hermano, Ramón.
Desde ese momento se armó a los pertenecientes al Frente Popular y comenzaron
una persecución que culmina en la noche del 30 al 31. Hasta el día 21 de julio
se realizan las detenciones por la Guardia Civil, que se habían establecido en
Úbeda en torno a unos 400. No sabe de quiénes emanaban las órdenes para
ejecutar las detenciones.
Que la GC estuvo en Úbeda hasta dos o tres días antes del
asalto a la Prisión porque la mayoría se unió a la columna del general Miaja
(“rojo”) que pasaba por Úbeda; el resto, otros cuantos, se habían ido antes al
Santuario de la Virgen de la Cabeza. Aunque los milicianos campaban a sus
anchas aun estando la GC allí, detenían a quienes querían y cometían asesinatos
como el de José Barrios y su hijo, Pedro.
El declarante dice que fue
detenido el 22 de julio por la mañana y llevado a prisión donde ya había 10
personas más. Que en los días posteriores llegaron otros tantos vecinos de
Larva hasta el número de 52 (más él).
Salieron antes del asalto, un vecino de Baeza, que fue asesinado allí y otro de
Santa Olaya (Eulalia), cuyo nombre no
recuerda.
Tres o cuatro días antes, el
director de la prisión, seguramente por tener noticias de que algo se planeaba
en contra de los presos, intentó trasladarlos a Jaén, sin conseguirlo.
Unas mil personas llegaron a la
prisión en la noche del 30 al 31 de julio. Ocuparon todas las calles y
bocacalles que daban a las puertas de la prisión, Avenida de los Mártires, que
serían las doce y cuarto de la noche cuando irrumpieron violentamente dentro de
la prisión.
Los presos estaban divididos en
dos: los de Larva en el Departamento General (hombres) y los de Úbeda en el
departamento de mujeres, todos en la misma sala.
En primer lugar entró El Polizón,
otros dos que no recuerda y El Panchenilla. Con el pretexto de ponerlos en
libertad, los llevan al departamento de hombres, previamente metidos los de
Larva en una sola sala. Dirigiéndose a todos, allí, El Polizón les dijo: “para
que veáis que somos más humanos que vosotros, os ponemos en libertad,
marcharos”.
Notó cierta duda en los presos e
insistió con el arma, decidiéndose entonces todos a salir. Al llegar a la
puerta, una descarga cerrada los dejó sin vida a la mayoría. Los
supervivientes, aterrados, retrocedieron, esparciéndose por las distintas
dependencias de la prisión, unos en el despacho del director, que fue uno de
los que logró salvarse; otros, incluso, dentro de las tuberías de la prisión
pero al salir al otro día, lo asesinaron; otros, dentro de la misma prisión en
los departamentos de hombres y mujeres, quienes fueron obligados con pinchos y
otros objetos punzantes a salir a las puertas, donde los asesinaron.
Él salió en la primera tanda,
recibiendo la descarga, aunque no lo mataron, salió gravemente herido en el ojo
izquierdo y en la mano derecha. Se quedó tumbado entre los muertos una hora,
viendo salir al que se había escondido en el despacho del director, le pidió
ayuda, pero le dijo Francisco Barbero Madrid, que iba a pedir ayuda a la GC,
aunque se escondió en la casa de su hermano. Como no volvía Barbero, el
declarante se escondió en la habitación particular del jefe, dormitorio.
La esposa del director le dio una
gaseosa, le vendó el brazo y le dijo que se escondiera debajo de su cama. Al
lado había otra cama, debajo de la cual estaba el director, don Celedonio, que
en ese momento prestaba servicios en La Carolina.
Al poco rato, los milicianos y la
Cruz Roja fueron a recoger los cadáveres, pero les faltaban y recorrieron la
prisión. Mientras los milicianos lo pillan bajo la cama y lo llevan hacia el
camión de los cadáveres, dos entran en la habitación, el Juez Municipal, Ramón
Márquez Baquerí y otro, El Tambor, Fernando Martínez Herrera. El Juez les dice
que dejen en paz al declarante y que lo echen sobre la cama, se marchan y sube
otro, al que no conocía, y le pega cinco tiros, dejándolo allí por muerto. Él
se tira al suelo encima de un montón de ropa sucia de la esposa del director,
entra otro joven y le golpea en la cabeza con un machete, haciéndole muchas
heridas. Cuando se nota la sangre, se coloca boca abajo y alguien le apunta la
cabeza y dispara, produciéndole una herida enorme que entonces todavía
conservaba. A las nueve y media de la noche, se presentaron un grupo de la Cruz
Roja con Patón, ya fusilado, y lo llevaron al hospital. En donde se recuperó en
ocho meses desde el asalto. En el hospital, El Polizón, ya muerto, trató de
matarlo dos veces.
Dice que no recuerda todos los
nombres de los que fueron, solo los que ya ha mencionado, pero que el asesinato
se fraguó en el Ayuntamiento.
Cuando salió del hospital, fue
encerrado de nuevo otros tres meses y luego trasladado a la Prisión de Jaén
hasta “la Liberación”.
TESTIMONIO DE CRISTÓBAL HERRADOR HERRERA. Imagen 152.
3 de enero de 1942.
38 años de edad, casado, domicilio
en calle Alta del Salvador, 8, Úbeda.
Como pertenecía a Falange, cinco
GC, dos de ellos de Úbeda o del destacamento de Úbeda, uno de ellos, Luis
Berdonce y del resto, los desconoce. El 19 de julio fue ingresado en Prisión
por orden, seguramente, del Frente Popular.
A las doce de la noche del 30 de
julio oyeron unas voces de auxilio, que más tarde pudo comprobar que provenían
del Oficial de Prisiones, Camilo Aliaga, al cuartel de la GC para que
contuvieran el asalto. Respondiendo éstos que no podían salir del cuartel hasta
que no lo ordenase el alcalde, Blas Duarte.
Después de unos minutos, oyeron
disparos, entrando los asesinos, El Polizón, Alberto Poveda y otro al que no
conoció. Llevando a los detenidos de Úbeda desde el departamento de mujeres a
otro interior de la cárcel y después de salir Diego Heredero, gritaron: “para
que veáis que somos más generosos que Ustedes, salir para la calle que os vamos
a poner en libertad. Vais a gozar de la verdadera libertad”. Pero al asomar por
la puerta, la masa allí congregada hizo una descarga cerrada contra los 29
vecinos de Úbeda. Cayeron 5 ó 6 y uno de ellos cayó sobre el declarante
manchándole el pecho de sangre. En vista de esto, los que quedaron con vida
retrocedieron a la cárcel, ocultándose donde pudieron. De nuevo entraron los
tres individuos anteriores obligándolos a salir y en la puerta los asesinaron
con disparos, hachas y otros objetos contundentes.
El declarante se escondió en una
de las celdas de donde lo sacó El Polizón y lo trasladó a una caseta de
arbitrios cercana a la cárcel, donde lo tuvo hasta que mataron a todos los
demás y luego lo llevó a su casa, con otros milicianos de su confianza, para
salvarle la vida.
El 18 de agosto fue nuevamente
detenido por Guardias de Asalto y lo llevaron a la Inspección Municipal, horas
más tarde fue llevado a la Prisión Provincial con otros siete y ocho detenidos
más. Fue juzgado por un Tribunal Popular, con la pena de 14 años y un día, y
llevado a la Prisión Militar de Almería.
Acusa a Baltasar Linde, El
Costales, un hijo de éste, otro conocido por Alifonso, José María
Expósito Núñez, El Motes, El Panchenilla y otros que ya han sido sentenciados.
Manifiesta que el Oficial de
Prisiones Aliaga le dijo que su compañero, Juan Valladolid, estaba de acuerdo
con el Frente Popular, para abrir las puertas de la cárcel. Éste mismo cuando
estaba de guardia, amenazaba a los presos con la muerte e impedía que les
llegaran alimentos de familiares que les intentaban hacer llegar por otros
empleados de la Prisión.
INFORME SOBRE LOS HECHOS DEL DELEGADO DEL SERVICIO NACIONAL DE
INFORMACIÓN E INVESTIGACIÓN DE FET Y JONS (Cristóbal Herrador Herrera). 29 DE
DICIEMBRE DE 1941. IMAGEN 181.
Lo divide en dos partes:
Prerrevolucionaria y
Revolucionaria.
La primera abarca desde la campaña
electoral del “amañado” triunfo del Frente Popular. La segunda desde el 19 de
julio hasta el momento en el que escribe.
Antes de las elecciones, la
Izquierda estaba representada por “viejos” dirigentes del partido socialista
como Melchor, Juan y Manuel Madrid García, Los Conejos, Ramón Márquez Baquerí, Fernando
Cano Aragón, Fernando Martínez Herrera, El Tambor. Y de las Juventudes
Socialistas, José Garrido Salido y José Salido Pérez, Andrés Campos Navidad y
Manuel Duarte Ortiz, hermano del Alcalde. Había unos cuantos disidentes del
Partido Socialista que formaron el Comunista, eran Antonio Mora Muñoz y El Cojo
Puche, quien tuvo un papel importante en la segunda etapa. Por las sindicales, Juan
Garrido Arévalo, Pedro Ogallar Moreno, Manuel Moreno Martínez, Santiago Baena
Molina y Lorenzo Martínez Rosillo. Por Izquierda Republicana, Pedro Fernández Hernández,
Joaquín Chamorro Pulido, Santiago González Delgado y Leticia Luna Ruiz. Todos daban
mítines alentando a las masas e induciéndolas a la violencia.
Celebraron un acto en el Ideal Cinema
al que asistieron Alejandro Peris Caruana, Alfonso Fernández, otro candidato
por Córdoba y José Salido Pérez que ejercía de presentador. Celebraron otros
actos secundarios aunque en todos se decía a las masas incultas y analfabetas
que iban a eliminar el capitalismo y atacaban a los candidatos de derechas y a
los que no eran de derechas pero no estaban de su lado.
Manuel Jiménez García donó la
misma cantidad para la derecha como para la izquierda para la propaganda
electoral.
Muchos de los afiliados a CEDA y
Agrario realmente votaron a la izquierda, traicionando a los partidos a los que
pertenecían por no sentir los ideales y por haberse unido para progresar.
Gana el Frente Popular y dos días
más tarde las masas se dirigen a la Estación de La Yedra para recibir al
dirigente socialista que había desaparecido desde la Revolución de Octubre, Blas
Duarte Ortiz. Y lo traen a Úbeda, abofeteando al falangista, Alfonso Fernández Reyes,
muerto en combate.
Blas Duarte se hace con la alcaldía
y forman un gobierno de izquierdas. Se nombran Inspectores de Policía a Fernando
Martínez Herrera, El Tambor, y a José Expósito Martínez, El Pregonero, junto a
guardias como José Pérez Gómez, Juanillo El Negro, y El Choché, junto a otros comienzan
la persecución de los de derechas. Así, a Francisco y Manuel Megías Muñoz, detenidos
con el propagandista de la Falange, Juan Orellana y Francisco Mira, se les
soltaba por falta de razones y se les volvía a apresar en la Inspección de policía
con José Cejudo de la Torre y José Nestares Gallego.
Los hermanos Megías se marchan a
Valladolid no pudiendo aguantar más. También el Jefe Local José Ferreira
Rodríguez y se le nombra, al que escribe, Jefe Local.
Duarte suspende la procesión de la
Patrona, la cambió de hora a la tarde, impuso silencio y cambió el itinerario
para demostrar que los católicos habían apostatado de su fe. No ocurrió porque
muchos de ellos, de los fieles, se pusieron delate de la imagen y la llevaron a
la hora fijada y por el itinerario acordado en silencio. Ante la enorme
multitud que la acompañó, tomaron represalias apedreando a sacerdotes y religiosos
a la salida de Santa María de los Reales Alcaceres, donde se encerraba la
Patrona.
Fueron detenidos 24 horas
Cristóbal Herrador Molina, actual párroco de San Nicolás, el Padre Pardo y García
Alonso, del Inmaculado Corazón de María, Pedro Iglesias, Jerónimo Sánchez
Piqueras, Alfonso Fernández Reyes, Manuel Latorre Campos, Fernando Rodríguez
Delgado y otros de Falange.
Los pusieron en libertad pero
detuvieron por 4 noches a Francisco Ruiz Rodríguez, siendo humillado en la
Inspección de Policía por José Expósito. Hasta que lo soltó y se marchó a
Madrid, siendo detenido allí.
El 18 de julio llegan las noticias
de Marruecos. Se oyen las emisiones de Córdoba y Sevilla. Varios vecinos se
dirigen a la Benemérita para ofrecerse, como Eusebio Mollinedo y otros, pero
les contestan que todavía no tienen órdenes.
Las masas se arman con hoces,
escopetas y armas que van recogiendo en las casas que requisan, también hay
quienes dicen que se les dan armas en el cuartel de la GC.
En las noches del 20 y 21
comienzan la GC a detener a personas de derechas por orden de los gobernantes, Nicolás
Vázquez, Tito Molina, Varas Torres, y el mismo que escribe, que al ver llegar a
la GC a su domicilio creía que venían para unirse al Movimiento y realmente lo
metieron en la prisión con más de 50 personas más.
Todos estaban tranquilos porque
había mucha GC y ellos calmarían a las masas. Pero la mañana del 23 de julio,
mataron a José Barrios y a su hijo. Hecho en el que tomaron parte Lázaro del
Valle Alaminos, un huido de Úbeda, Amando y el Cojo Canastero.
Entonces cunde el pánico en la
prisión, entre los detenidos de la Inspección y gente que esperaba su detención.
Así, llega la noche del 30 de julio.
Cubren las entradas de Sabiote y
Torreperogil, cortan las comunicaciones telefónicas y abren la puerta de la
prisión.
Sacan a los detenidos y descargan
sus armas sobre ellos, hasta el punto de que El Panchenilla les vuelve a
disparar una vez agónicos.
En ningún pueblo cercano ocurrió
que fueron tantos dirigentes como escopeteros a matar a los presos como en
Úbeda, donde la propia Casa del Pueblo había dado orden de que si no tomaban
parte en el asalto, se les retiraban las escopetas.
Acusa a Melchor Madrid García, Juan
Madrid García, que se le ha conmutado la pena y Manuel Madrid García que aún no
ha sido condenado. Juan Patón Rojas, ejecutado. Y José María Expósito Núñez,
quien ha estado escondido hasta el día en el que escribe en casa de una señora
de prestigio y que está en la Inspección de Policía.
El declarante afirma que vio cómo
este Núñez disparaba sobre los muertos ya caídos.
Los dirigentes intentaron
justificarse con la legalidad, pues formaron una Junta de Clasificación,
formada por F. Cano Aragón, L. Juan Ruiz y otros concejales. Ellos clasificaban
en Afectos y Desafectos a la población y en Peligrosos
o No Peligrosos para el régimen.
También funcionaba una Checa o
Junta de Salud Pública cuya acción era condenar a derechistas sin intervención
del Tribunal. Se entregaba al Capitán de las Milicias, José Garrido Salido,
en la Prisión de Jaén, y acometía la orden. El fiscal era El Cojo Puche, condenado
pero se rumorea que ha sido indultado. Así asesinaron al Jefe y Oficiales de la
Caja de Reclutas, al Padre Pardo, y al Cabo ascendido a Sargento de la
Benemérita.
Entre las mujeres antifascistas
estaba Alfonsa Martínez López, La Botina, también del citado Tribunal.
Las masas ejecutaron a Juan Rojas,
párroco de San Nicolás, Cayetano, sacerdote de Sta. María, Rafael Fernández Almagro,
Agustín Pasquau, Cesáreo Pérez, Martín Pérez Cuadra, Luis Cuadra Gómez, Lucas
Sanjuán, Antonio de la Blanca de la Torre, José Rojas García, último que matan
las masas a principios del 37.
Los dirigentes nombraron a Pedro
Campos Moya, José Moreno Salcedo, José Martínez Cobo y otros para que viajaran
por las provincias buscando a los que se habían escapado y escondido para
asesinarlos como Andrés Martínez Cobo, Tomás Ruiz Gómez y Diego Díaz Madrid y
sus hijos, José y Antonio. Hechos llevados a cabo por Francisco Egea Martínez,
ya ejecutado, llegando al extremo de matar a Diego Díaz en presencia de sus
hijos, le destrozaron el pecho y luego mataron a los hijos por orden de edad.
También en Madrid mataron a Ramón
Díaz Catena, esposa e hijos, hecho llevados a cabo por un tal Manjón de la
Blanca, detenido en la prisión de Jaén.
Además de todo esto, la tomaron
con los familiares de los caídos, privándolos de alimentos con las
incautaciones de la Junta de Defensa Agraria.
A muchos que logaron esconderse en
las filas “rojas”, los descubrieron y los mataron bien mandándolos a primera
línea o por la espalda en los parapetos.
Muchos de los que tomaron parte en
el asalto de la cárcel, siguen libres por no haber podido descubrirlos.
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